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  • Foto del escritorBusujima Jorge

Soldados de Piedras



Hola me llamo Pedro Pérez, si estas leyendo esto, es porque por alguna razón ya no existo, debí haber muerto, o me asesinaron, o tal vez su plan salió bien. Se preguntaran de qué les hablo o por qué digo que salió bien si he muerto.

En mi mundo, que puede no ser el mismo al tuyo lector, todo es diferente, los objetos y las cosas que normalmente no deberían hablar o sentir o por lo menos no se deberían poder expresar y que alguien los escuche, lo hacen.


No se si yo soy la única persona de mi mundo que puedo hacerlo o si sea una maldición o bendición. Lo mejor de todo es que este “don”, si, le llamo don, pues hasta que alguien me diga que puede hacer lo mismo, seguirá siendo solo mio, mi especialidad, mi maldición y también mi bendición.


Han tenido suerte, solo puedo escucharlos, y a diario me entero todo lo que piensan, hasta los cuentos extraños de los arboles a los que les han tatuado como al mármol tallado, frases en su lomo; susurros de las nubes y sus dolores cada vez que llueve; la envidia itinerante de las flores, porque si no lo sabias lector, aunque cada una de ellas son hermosas y únicas, sienten celos de la belleza de las demás, esa belleza que no poseen.


Te aburro, ¿verdad? Casi al instante que escucho sus gritos y peleas, me empiezo a aburrir, pues pueden hablarme, yo puedo oírlos, pero sus palabras se vuelven un ciclo interminable de quejas, hay días que me zumban los oídos de tanto bullicio.


No obstante, hay unas en especial, las piedras, esas que normalmente son pisadas y apartadas del camino, las mismas que tallan en el zapato, las que odiamos y a las que recurrimos, si, tu mi lector, has recurrido a ellas, cada vez que estas en un estanque o rio, o corriente de agua, cada vez que has querido simplemente arrojar tus sentimientos agobiantes.


Ellas son muy inteligentes, a veces mas de lo que creo, debe ser que el tiempo las ha vuelto sabias, ese tiempo que con las demás cosas se vuelve caníbal, devorándolo todo con el sabor del polvo, pero ellas no, ellas se han vuelto muy fuertes. Cada año, cada milenio, cada siglo, solo las fortalece. Ellas son las únicas con las que paso la mayor parte del día, me cuentan sus historias, sus saberes, todo el conocimiento que han aprendido.


Una tarde, las mas pequeñas me pidieron con respeto un favor, un extraño pedido debo decir, ellas querían ejercitarse, nunca lo habían hecho, solo podían ver como las personas pasaban, ostentando la virtud que el mundo les había negado. Mi primera pregunta fue cómo podría hacer algo como eso, si no tienen músculos o alguna clase de sistema que se hipertrofie. Ellas dijeron que no importaba, que les ayudara y me explicaron el simple proceso de ejercitarse, solo debía girarlas, pero solo que les diera la fuerza, que las impulsara con mis manos y las dejara girar sobre su centro de gravedad.


Toda la tarde les ayude, giré una tras otra, al principio no veía ningún cambio, pero luego las piedras pequeñas se hicieron mas grandes, y cada vez mas grandes. Aquellas que ya tenían un gran tamaño me pidieron el mismo favor, pensé que no tendría la fuerza para girarlas, pero en realidad fue fácil, ellas hacían lo posible por no ser pesadas. Continúe toda la noche, viendo como crecían aquellas sabias piedras, la diversión que sentía al ayudarlas, al ejercitarlas era tanta que no podía parar.


Al trascurrir varias horas, las enormes piedras fueron tomando forma de hombres gigantes, tenían brazos y piernas formados por uniones de más piedras, podían moverse solas y lo último que escuche antes de salir corriendo hasta este, mi diario, fue: gracias humano, nos has servido mucho, pero ahora, también debes morir, llevamos eones intentando que alguien nos escuche, que alguien nos ayude a conquistar este mundo, a salvarlo de ustedes. Nosotras las piedras, somos las hijas de la tierra, los soldados de la diosa Ki, que nos coloco en el mundo para protegerlo, para destruir a quienes lo devastan, pero solo la humanidad puede decidir ser purgada. Ese fue tu papel, tu, humano, has salvado al mundo.


Esas palabras escuché, fueron tan fuertes, tan ciertas que el miedo me invadió, pero si algún humano queda en el mundo, lector, escribo este diario mientras escucho como tiembla la tierra, se acercan, seré el primero en morir, el único humano capaz de escucharlas, el único culpable de este exterminio. Si algún humano queda, siento algo de tranquilidad, el creer que tal vez tu, puedas saber la verda….


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