top of page
  • Foto del escritorBusujima Jorge

Evitando pero no temiendo (Bestiario #2)


En todos los lugares de este mundo existen seres complejos e inexplicables; algunos basan su rareza en su apareciencia o su comportamiento, pero el caso en especial de la señorita araña errante es diferente a los demás.


En este lugar de trabajo donde está el señor chiguagua también, la errante es muy conocida. Si la llaman por su verdadero nombre, ese que le encanta presumir como la gran familiar de los insectos que es (solo un bicho más del mundo) su imponencia es inusual y cae en el absurdo de volverse patética. Phoneutria nigriventer; cualquiera tiene un nombre del latín, siendo animales es lo más común, no obstante para esta araña ese pasado que ostenta es lo más importante.


Nadie la quiere en realidad (solo los enfermos mentales las quieren). Cuando estaba escondida de la vista de todos era más fácil huirle a la ociosidad de la mente y no caer en el chisme; aunque no existiera una razón, o bueno la única verdad era que la detestaban. La errante no era inocente de esta dinámica laboral, ella se lo había ganado con su veneno y su constante agresividad.


Antes de que por azares del destino la sacaran de su guarida oscura donde planeaba su siguiente movida, todo era tranquilidad entre la mediocridad de la oficina y la resignación de las bestias que allí trabajan. Ahora está ahí, sentada o intentando estarlo, callada esperando a que algo se mueve cerca para atacarlo, porque así son las arañas errantes, son irracionales, son estúpidas sin razón aparente más que su existencia.


Algunos que la frecuentan y no son víctimas constantes de su alevosía, dicen que la señorita errante, no es señorita, es señora, una señora uraña y malagradecida que pasa sus horas pensando en dónde, en cómo y a quién envenerá. Porque nadie sabe bien cuál es su trabajo, nadie sabe qué hace más que ver mal con sus 4 ojos, a todo lo que se acerca.


Nadie le tiene miedo realmente, solo la evitan, porque en la inutilidad de sus trabajos, el tener que lidiar con una araña venenosa, les quitaría tiempo para comer o para dormir sus siestas de la tarde.


Quienes la tratan, es por cortesía o por algo laboral. La mayoría sabe que tiene dos hijos, o probablemente más, que su esposo araña vive pero es tan irrelevante en esa oficina como el polvo que está en el aire. Nadie se ha podido acercar lo suficiente para conocer mejor a la señora araña; no es que no lo hayan intentado, solo que ella los aleja. En el fondo la verdad es que la araña errante, la señora araña errante solo es una mentira, teme que toda su telaraña de apariencias se deshaga a la vista de los demás.


Tan errante y erratica como su especie. Llena de veneno con el que no puede ni ella misma; se consume en su soledad, en su ineptitud; porque al final la araña no es araña si no tiene quien le tema. Y allí en esa oficina desesperante, entre la desidía y el aburrimiento, todos, absolutamente todos la odian y nada más.


bottom of page