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  • Foto del escritorBusujima Jorge

¿Formato Televisa?


El cine es uno de los grandes medios de comunicación e imperialismo cultural que existe en nuestra época, en esta postmodernidad plagada de significados, de semántica social y de percepciones variadas de saberes.

Cuando hablamos de los formatos en el cine, estrictamente haríamos referencia a la técnica con la que se logra la secuencia de imágenes en movimiento ya sea que nos refiramos a 8mm; al Super8; Single-8; DS8 (Doble Super8); 9.5 mm; 16 mm y Super16; 35 mm y 65 mm, estos formatos respondiendo a la calidad de la imagen, a la velocidad de los fotogramas y a parámetros meramente técnicos en la impresión y desarrollo de un vídeo o filme.


Por otra parte cuando hablamos de géneros en el cine o géneros cinematográficos, estaríamos haciendo referencia a la temática o partes estructurales en la historia y la trama de dicho filme. José Luis Sánchez Noriega define en su libro Historia del cine: teoría y géneros cinematográficos, fotografía y televisión, seis formas generales de dividir el género de una película: atendiendo al formato; atendiendo al género; atendiendo a la procedencia o al estilo narrativo; atendiendo al tipo de usuario; clasificaciones intergénericas o híbridas y realidades sociales o valores humanos llevados al cine. Cada de una estas divisiones que hace Sánchez Noriega tiene sus respectivas subdivisiones.


Entendida la diferencia entre formatos y géneros cinematográficos, se preguntarán por qué hablar de algo llamado “Formato Televisa” si por denominación el formato solo hace referencia a lo técnico, lo cierto es que aquí es donde empieza la transformación semántica de algunos términos y esto sólo se puede dar porque somos humanos y estamos constantemente resignificando nuestra realidad y todo lo que nos rodea.


Hace unos meses llegué a la ciudad de Toluca, estado de México, a vivir durante un tiempo, buscando nuevas oportunidades laborales, académicas y conociendo más sobre este extenso mundo en el que vivimos. A los días de haber arribado a este hermoso país fui invitado como asistente al Refugio Para Emergencias Visuales, a una serie de charlas relativas a la producción audiovisual y cinematográfica, análisis de la misma y reflexión sobre el consumo cultural. Durante cada una de las charlas, se fueron exponiendo diferentes visiones del trabajo audiovisual, algunos desde la producción directa de documentales y otros desde la enseñanza de la crítica cinematográfica.


No fue demasiado complicado entender las tesis argumentativas que se usaban para la reflexión desde los especialistas hasta de la audiencia presente en las charlas, no obstante varias veces escuché un concepto que en principio no relacionaba con algo directamente especifico, pero pasadas las horas fue recurrente hablar del “Formato Televisa”, respondiendo a un producción cinematográfica y audiovisual basada en conceptos televisivos (pues Televisa es una productora de televisión) y que por la manera de expresarse sobre esta resignificación del género cinematográfico de un grupo de filmes, se dejaba claro que eran del tipo repetitivo, de baja calidad temática y de una deplorable producción.


Después de comprender a lo que se referían cuando hablaban de este “formato” no pude evitar reírme puesto que era imposible para mí no comparar la manera de nombrar un cine con las mismas características en mi país, Colombia (Formato Trompetero y películas Dago García), sin embargo indagando con los expositores, descubrí que para aquel grupo casi reducido de críticos de cine y cinéfilos de la ciudad, es más sencillo referirse a un tipo de películas producidas en México y que por siguiente tienen algunos factores que ellos definen como malos, atribuyendo estas dificultades a una cuestionable empresa de comunicaciones, como lo es Televisa, dejando ante todo claro que el control de este medio, que es innegable, es el mayor culpable de tan patéticas producciones fílmicas.


Entonces por qué en Colombia no nombramos a ese tipo de cine como “Formato Caracol”, si sabemos que es desde la vicepresidencia de producción de dicho canal, liderada por Dago García y con el gran acompañamiento de Harold Trompetero, donde se toman las decisiones y se crean las historias que hasta el momento los críticos y cinéfilos colombianos definen como “pendejadas de final de año”. ¿Será que en nuestro país vemos el trabajo de producción cinematográfica como algo desligado de quién pone el dinero (en este caso Canal Caracol) y por consiguiente nos volvemos más personales en este sentido? o ¿será que el pensamiento del crítico colombiano sabe que muchas veces no es la productora quien tiene la idea y la culpa de un fracaso argumental? Puesto que si pasa esto inmediatamente se señala al que hace de director o productor cinematográfico, o ¿por el contrario se define este tipo de cine dentro del cine de culto?

Lo cierto es que en los dos países el consumo de este tipo de “formatos” son más acogidos por el ciudadano común, que se ve reflejado de manera directa en las producciones cinematográficas. La comedia repetitiva, exasperante y muchas veces vacía los divierte, en eso no hay diferencia. Entonces las preguntas finales que se tomarían como base para futuros cuestionamientos son: ¿Qué pasaría si ya no se hiciera películas que respondieran a estos formatos? ¿La gente del común dejaría de ver cine? ¿Las productoras buscarían llegarle a otro público o se quedarían en la producción para televisión? ¿Qué pasaría si en vez de divertir solamente, se educara para apreciar y ser consumidores críticos de cine?


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