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  • Foto del escritorBusujima Jorge

Colisionador de Realidades


Radamés Faizal es el físico experimental con mayor reconocimiento en el mundo, en lo que queda del mundo. Es el último científico especializado en la teoría de cuerdas y en la física cuántica.


Para Faizal, la teoría de cuerdas significaba su vida, significaba la verdad como tal de todo lo que existía, era sin lugar a dudas la forma en la que podía explicarse la naturaleza de la materia en el universo; según la teoría, todo está compuesto de subatómicos filamentos que vibran sobre un número indeterminado de dimensiones. En esas dimensiones existen diferentes versiones de su ser, probablemente era la única salida que quedaba para ese momento, a puertas del final de la humanidad.


Su obsesión por lograr trasladar la materia a otra dimensión lo había enclaustrado en uno de los supercolisionadores más importantes e imponentes del mundo. Lo logró antes que la plaga se devorara a la totalidad del mundo, la infección de la muerte resucitada que poco a poco fue consumiendo a las personas y también a esta realidad.


Radamés no entiende de vacunas, de virus o de plagas, pero en su pensamiento lógico sabe que para la sombra de la muerte ambulante, no hay cura; y como científico tiene la seguridad de que viajar al pasado es una superflua idea, es algo imposible para cualquier persona; una línea temporal que se ha gastado con el paso del presente, se acaba y se destruye el filamento de su continuidad.


Está obsesionado con intentar cambiar de realidad, no su realidad, esta está en sus momentos finales; las bestias antes humanas que se alimentan de la carne de los vivos dominarán eventualmente este espacio y este tiempo; él quiere traspasar y sabe que es posible, los límites de la materia. La única forma es abandonar su cuerpo, ese que hace parte de la cuerda del pasado que se destruirá, esta línea espacial es dueña de su cuerpo.


Faizal, como el último ser humano en la tierra, el científico que queda, sabe que puede enviar su conciencia a otro cuerpo entre las miles de millones líneas temporales del universo; viajar a su cuerpo paralelo, a su doppelgänger se ha convertido en su deseo, en su sueño, en su desvelo, en su única obsesión. Lo ha intentado todo, mil veces ha conectado su cerebro al colisionador esperando que al quebrarse la masa a la velocidad de la luz, se abra el agujero que absorberá su mente a un mundo donde no apeste a muerte.


Sigue aquí atrapado entre las paredes de hormigón, atrapado con esos antaño científicos que fueron alcanzados por la plaga y golpean las esquinas suplicando comida, como si lo olieran, como si sintieran que detrás de alguna de esas paredes está él, intentado abandonar su cuerpo, salvando así su mente.


En el punto crítico de sus pruebas, en las pocas horas que le quedan de energía suficiente para seguir usando las máquinas de este lugar, pone en marcha su plan desesperado. Colocarse en medio del colisionador de hadrones, para que la materia al golpear con su ser a la velocidad de la luz, consuma su cuerpo en un parpadeo, esperando que su conciencia se desplace a esa misma velocidad a una de las múltiples realidades.


Lo ha logrado, ha logrado escapar de su mundo que se tambalea ahora entre la existencia de la muerte y su destrucción completa en el universo; se ha desplazado a una de sus vidas paralelas para darse cuenta en un segundo que es uno de ellos, de esas sombras que claman la sangre y la carne de los humanos.


El universo está perdido.


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