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  • Foto del escritorBusujima Jorge

El Pueblo De La Mentira


De Judá se ha escuchado muchas cosas, dicen que es un pueblo alejado de la península de Nomar, al norte de Corintio, cerca al mar de Cuncio. Dicen que allí sus habitantes viven 100 años al futuro; ya no existe la luz eléctrica de cables conectados a transformadores de energía; no existen las sucias cañerías que en épocas de lluvias se desbordan; se ha escuchado que en Judá ninguno de sus habitantes tiene televisión o radio.


Entre las leyendas que se dicen y se repiten en susurros escondidos, en callejuelas y barrios de mala muerte que Judá es un lugar detenido en el tiempo, en el medio de la nada. Detenido en su propio tiempo, en su propia realidad.


Hace unos años el rumor de que en ese pueblo había multimillonarios viviendo en casas de cristal y diamante se esparció como la plaga de la envidia, como la locura que invade a todos los seres que poseen raciocinio. Luego se dijo que allí se inventó la cura contra el cáncer y el SIDA y de todas las enfermedades terminales que estaban aquejando a la humanidad, sin embargo solo era para quienes vivían en Judá.


En aquel utópico lugar hay grandes científicos, los mejores y más avanzados de la tierra. En Judá están las mejores escuelas; los mejores restaurantes; los mejores hoteles.


Se han contado infinidad de cosas sobre este pequeño pueblo; historias que ninguna persona logra entender cómo pueden ser posibles, porque Judá no es más grande que la ciudad más pequeña del mundo, no hay tantos habitantes como se cree. Solo existe, o eso dicen, en medio de montañas y mares innombrados alguna vez en la historia.


Muchos han intentado encontrar a Judá, nadie lo ha logrado y si lo han logrado no han regresado para invitar a los demás. No hay viajes al pueblo fantástico; ninguna aerolínea lo conoce de primera mano o ha escuchado sobre las inmediaciones, los limites increíbles que posee; han tratado de buscarlo en mapas y globos terráqueos, en cartas náuticas y radares, pero no encuentran ese maravilloso pueblo escondido, donde todo se ha creado, donde la vida se ha vuelto perfecta.


Dicen que el único registro que se tiene de Judá, fue encontrado en el cuarto de un niño de 8 años, entre sus papeles rayados con crayón estaba el pueblo. Un lugar como el dorado, detenido y avanzado.


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