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  • Foto del escritorBusujima Jorge

Venganza


El Lobito había seguido a caperucita durante un buen rato. La joven caminaba por el bosque sola, como era su costumbre; llevaba su cesta, tarareando una canción incomprensible, una melodía de tiempos pasados que denotaba la confianza de caperucita en ese camino.


El Lobito conocía la última parada de esa niña, de la culpable de la muerte de su hermano el Lobo Feroz. Contaban entre murmullos de hojas que ella y un cazador lo habían abierto, le habían metido piedras en su panza para luego dejarlo morir ahogado en un pozo.


Eso era lo que se sabía, el Lobito lo creía y quería tomar venganza. La caperuza no podía quedar impune ante tal vil acto, él se encargaría de que así fuera. Meses antes de idear su plan se había hecho con la varita del hada madrina, haciéndose pasar por un perro se la había podido robar y escapar con el arma definitiva, la magia. Había leído algunos hechizos en las bibliotecas de los duendes y adelantándose a caperucita lanzó un hechizo que le ayudaría a quedarse con la victoria si algo que él no pudiese controlar, sucedía.


-Bibiti babiti bu, con el poder de la varita el tiempo será reminiscente al momento de mi muerte- pronunció el Lobito antes de entrar a la casa de la abuelita. Al invadir la casita se comió a la anciana de una dentellada y esperó.


La puerta se abrió y caperucita entró a la casa. El Lobito esperaba ansioso a la asesina para vengarse. Caperucita lo vio y supo de inmediato lo que era; sacó de su cesta un puñal, que tenía después de la última ocasión, se lanzó sobre el lobo y lo desvisceró


Repito


La puerta se abrió. Caperucita entró a la casa, el Lobito se escondió bajo la cama para esperar a la asesina. Ella no lo vio hasta cuando le arrebató la canasta y la arrojó lejos. El Lobito lanzó un golpe con su pata derecha y Caperucita cayó sobre el buró de la abuelita, abriéndose los cajones y saltando sobre su regazo una pistola 9mm con munición cargada. Ella quitó el seguro y le reventó la cabeza al lobo de un tiro certero en medio de las cejas.


Repito


La puerta se abrió y Caperucita entró en la casa. El Lobito tuvo el tiempo de sacar todas las armas de la casa y enterrarlas en el patio trasero, quería matar a Caperucita con sus propias manos y arrancarle la carne lentamente para que se fuera de este mundo con el sufrimiento que se fue su hermano.


Ella no vio al lobo hasta que estaba encima y le arrebató la canasta dándole un golpe que la tumbó sobre la cama. Ella gritó, no encontraba alguna forma para defenderse de este nuevo animal que la quería como su cena. De repente la puerta volvió a abrirse y el cazador que hacía su ronda cerca a la casa de la abuelita entró de golpe, llevaba en sus manos su escopeta y sin dudarlo disparó al lobito, despedazando su cuerpo en una lluvia carmesí que cubrió a Caperucita, ahora roja.


Repito


La puerta se abrió y caperucita entró en la casa, el lobito había escondido las armas y se escondió cerca a la entrada, de un golpe le arrebató la cesta y trabando la puerta empujó a la niña sobre la cama, antes de dar su golpe para arrancarle la yugular a la asesina, el estómago del lobito se abrió desde adentro, la abuelita le abría el cuerpo con unas agujas de tejer que tenía en sus manos cuando el animal se la había tragado entera.


Repito


La puerta se abrió y caperucita entró en la casa. Su abuelita estaba en la cama, todo estaba en orden. La niña saludó a la anciana y antes de recibir una respuesta, un tejón rompió el cristal de la única ventana de la casa, había sido lanzado con fuerza por el lobito. Caperucita y su abuela gritaron al unísono, a lo que el cazador respondió esperando que otro lobo estuviese allí. Al entrar el hombre el lobito trabó la puerta desde afuera y lanzando un coctel molotov incendió la casa. Caperucita, su abuela y el cazador murieron incinerados mientras su piel se desprendía con el fuego y caían al suelo sin poder respirar.


El lobito viendo su venganza terminada caminó de regreso a su hogar. Su hermano había descansado y los asesinos habían tenido su castigo.


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